Hace unos meses vino a verme uno de esos soñadores a los que les gusta soñar despiertos. Había adquirido su propio local y lo quería decorar. Conocía algún trabajo mío y sabía exactamente lo que quería: que yo se lo decorase, y me dejó hacer... ¡así da gusto!
Se trataba de decorar las paredes y las ventanas de la Universidad de la Felicidad...
¿que qué es esto?, muy fácil, sólo tenéis que entrar aquí ( http://ufel.es ) y lo veréis.
El tema era apasionante y unas pocas palabras clave fueron suficiente para captar mi interés profesional y también personal: felicidad, 6 sombreros para pensar, coaching, universidad, creatividad, innovación...
Lo primero: tomar medidas sobre el terreno y dibujar el plano a escala.
Veintiún metros lineales de pasillo color blanco, ventanas, despachos, etc.
A partir de ahí, en una mano los Seis sombreros para pensar de Edward de Bono
(recomendable) y en la otra lápiz y papel para ir apuntando las ideas que la lectura
me iba sugiriendo.
Una vez lo acabo a lápiz se lo muestro al cliente y si da su ok es el momento de pasarlo
a tinta con plumilla.
Tras digitalizar, retocar, etcétera, llega el día en que las ilustraciones toman color y las veo
a su tamaño. Me gusta estar a pie de obra para tener cierto control sobre el montaje,
es un momento emocionante. En un par de días estás rodeado por tus dibujos
y ya no es necesario imaginar cómo quedará.
Se trataba de decorar las paredes y las ventanas de la Universidad de la Felicidad...
¿que qué es esto?, muy fácil, sólo tenéis que entrar aquí ( http://ufel.es ) y lo veréis.
El tema era apasionante y unas pocas palabras clave fueron suficiente para captar mi interés profesional y también personal: felicidad, 6 sombreros para pensar, coaching, universidad, creatividad, innovación...
Lo primero: tomar medidas sobre el terreno y dibujar el plano a escala.
Veintiún metros lineales de pasillo color blanco, ventanas, despachos, etc.
A partir de ahí, en una mano los Seis sombreros para pensar de Edward de Bono
(recomendable) y en la otra lápiz y papel para ir apuntando las ideas que la lectura
me iba sugiriendo.
Cuando creo que tengo suficiente material para empezar, preparo un papel de 2 metros
para trabajar mi dibujo al 10% del tamaño final, y empiezo a volcar en él todas las ideas
tratando de contar una historia, algo así como un álbum ilustrado pero sin pasar páginas.
a tinta con plumilla.
Terminados los dibujos del interior, repito el proceso para el diseño de los cristales
y el panel exterior.
Por último, la pared de su despacho. Dado que mi cliente es un apasionado de los gatos,
viaja a menudo y utiliza el método de los seis sombreros para pensar, traté de conjugar
todos estos datos para cargar de connotaciones este espacio más íntimo.
a su tamaño. Me gusta estar a pie de obra para tener cierto control sobre el montaje,
es un momento emocionante. En un par de días estás rodeado por tus dibujos
y ya no es necesario imaginar cómo quedará.
Una vez acabado, lo que pretendo es que quien lo vea no aprecie solo motivos decorativos,
sino que intuya una historia subyacente y le genere un interés por conocerla o cuando menos
se anime a imaginarla.
Cuando cae la noche, los dibujos cobran vida con la iluminación a sus espaldas,
creando un atractivo reclamo visual para los peatones.
Por mi parte, solo me queda decir que en la UFEL ya me siento como en casa,
y no porque conozca cada detalle de sus dibujos, que también, sino por el carácter
del equipo humano que allí trabaja.